Según cuenta la tradición popular, los mapaches tienen la habilidad de transformarse en humanos o en otras criaturas con sólo desearlo. Cuando una familia de estos animales descubre que los hombres están acabando con el bosque donde viven para construir una nueva urbanización, se preparan para combatirlos en una guerra como nunca antes se ha visto. En cuanto a su aspecto, los tanukis asumen su forma realista cuando son vistos por seres humanos, su forma caraturizada cuando hacen algo extraño y su forma antropomorfa durante casi todo el tiempo.

Bajo la apariencia de un cuentecillo de “animalitos”, los llamados tanukis (mapaches), Pompoko se saca de la manga uno de los más rotundos cuentos ecologistas y ecológicos de cuantos ha imaginado el cine contemporáneo. La especulación, el crecimiento desmesurado y la invasión de lo urbano frente a lo rural conforman el telón de fondo de un relato que habla de una guerra sin cuartel entre fantásticos mapaches y sus enemigos, los seres humanos.

Sin salir de su asombro los animales, acostumbrados a vivir felizmente en medio de la naturaleza y cerca del hombre, contemplan horrorizados cómo esa armonía toca su fin cuando aparece la primera excavadora. Nada de lo que se diga podrá resumir con precisión el gozo que provoca la que es una de las más divertidas obras de a factoría Ghibli. No son muy habituales las dosis de surrealismo, humor y pícaros detalles nada inocentes, que abundan en Pompoko y que hacen de ella una cita ineludible, un festival con la inteligencia, la ironía y el talento. El autor de esta original película es el otro gran hombre fuerte de la factoría, Isao Takahata, quien se inspiró para los diseños en el estilo del mangaka Shigeru Sugiura.