Una aeronave se desliza sobre un mar de nubes en cuyo interior viaja una joven llamada Sheeta a quien le acompaña Muska, un agente secreto del gobierno. Repentinamente la nave es atacada por los piratas que, al igual que el gobierno, buscan el secreto de la piedra que Sheeta lleva alrededor del cuello. La piedra es la llave que abrirá las puertas de Laputa, una isla flotante en medio del cielo creada por una antigua civilización que hace mucho tiempo desapareció del planeta. Es entonces cuando aparece Pazu, un joven muchacho, que se hace amigo de Sheeta, y le ayudará a escapar. Juntos tratarán de resolver el misterio de la isla.

La segunda película de los estudios Ghibli, tras Nausica, es uno de los trabajos menos conocidos de Hayao Miyazaki. Sin embargo en él podemos encontrar algunos de los elementos que luego va a repetir a lo largo de su filmografía como los castillos flotantes, las aventuras espaciales, las escenas de gente comiendo como animales o incluso el gusto por seleccionar los textos entre la abundante literatura europea.Y es que, El castillo en el cielo tiene su origen en la novela de Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver. El escritor de origen irlandés recreaba en ella un lugar imaginario llamado Laputa, una isla flotante que podía ser dirigida por sus habitantes, unos personajes muy interesados por la tecnología cuya falta de imaginación hacía que les costara mucho llevar a la práctica todos sus conocimientos teóricos.

En su título original Miyazaki menciona el nombre del castillo, pero en la versión española se modificó por otro que sonaba mejor como El castillo en el cielo. De nuevo personajes femeninos protagonizando las historias; en esta ocasión la heroína creada al más puro estilo Miyazaki se llama Sheeta, habita en la ciudad flotante y posee un preciado tesoro.